- El exministro de CTCI compartió en la Universidad de Concepción su mirada sobre el estado actual de Chile en temas de I+D+i+e, en un espacio donde se debatió sobre el rol de la academia y su contribución para abordar los desafíos que se presentan en sustentabilidad y desarrollo del país
Bajo el título “La fuerza transformadora de la ciencia y la tecnología” el Dr. Andrés Couve Correa presentó a la comunidad UdeC un diagnóstico de la situación del país en estas materias y el rol que puede cumplir la academia en discusiones sobre el desarrollo sostenible de Chile. La actividad fue organizada por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo, en coordinación con los Centros de Investigación Avanzada de la Universidad, reuniendo a autoridades universitarias, investigadoras, investigadores y estudiantes de postgrado de distintas facultades y centros.
En la oportunidad, el académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y quien fuera Ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en el periodo 2018-2022, inició la discusión presentando su ensayo “La Liebre y el Compás”, en donde plantea la necesidad de la comunidad científica de establecer propósitos, en función de los desafíos que enfrenta el país.
La Vicerrectora de Investigación y Desarrollo, Dra. Andrea Rodríguez Tastets, agradeció la visita del Dr. Couvé, y señaló: “Nos complace haber contactado con Andrés Couve para hacer una actividad de reflexión sobre el valor de la ciencia y tecnología, considerando el análisis de quien tuvo la responsabilidad de instalar el primer Ministerio de CTCI y que para ello renunció a una trayectoria científica clásica.”
Buscar soluciones a problemas comunes
Un desafío que plantea es la necesidad de que la comunidad científica deje atrás la discusión sobre el porcentaje del PIB dedicado en Chile a la ciencia, y busque, en cambio, hablar de propósitos y políticas públicas ¿ve usted avance en ese cambio de enfoque?
“Es necesario. En un contexto país donde la ciencia ha alcanzado institucionalidad política, (tenemos ministerio, una comisión de ciencia en el Senado, otra en la cámara de Diputados) y como parte de esa transformación, donde la ciencia comienza a ser parte importante de la política, hay una tremenda responsabilidad de la comunidad científica de empezar a hablar en ese lenguaje.
Es una transición, un cambio importante para la comunidad científica, donde, por lo general, se discute cómo se produce el conocimiento y está muy bien que así sea. Las universidades tratan de tener las mejores prácticas, los mejores estándares para producir el mejor conocimiento posible, el conocimiento de vanguardia. Pero cuando uno habla de política, también tiene que hablar de cómo ese conocimiento se utiliza y eso implica un cambio de lenguaje, hacia la identificación de problemas, de desafíos, de brechas, y de cómo, a través de la investigación científica y el desarrollo tecnológico, podemos contribuir a cerrar esas brechas.
Eso es política pública: se habla de necesidades, de un mecanismo para abordarlas, de evaluación, seguimiento, escalamiento y estamos poco acostumbrados a hacer eso. Es un cambio importante, pero es un cambio necesario: si uno cree que la ciencia tiene que ser parte de la política, los científicos tienen que ser parte de ese lenguaje político.
Algunos científicos se sienten incómodos cuando se habla de política, dado que la discusión implica identificarse con colores, con ideas que no son científicas. ¿Es posible que la comunidad académica, pese a esto, se reúna en torno a metas comunes?
Son dos cosas distintas. En el fondo, el rol de la comunidad científica no es ser un actor político, ni tomar las decisiones políticas. Su rol está en presentar, de la mejor forma disponible la evidencia científica. O de presentar, de la mejor forma disponible cómo un problema se soluciona a través del conocimiento científico y tecnológico. Aunque sea parcialmente. Es un rol político, pero no va a ser quien tome la decisión.
Porque las decisiones no solamente se toman en base a evidencias, se toman en base a una serie de otros factores que son factores, como tú bien dijiste, de colores políticos e ideologías partidistas, de plazos, de presupuesto, de presiones, de contextos sociales.
Entonces, las decisiones se toman de una forma muy compleja y la evidencia tiene que ser un insumo para esas decisiones y la comunidad científica tiene la responsabilidad de aportar esa evidencia. Un presidente, un gobernador, un alcalde va a tener que tomar decisiones y la comunidad científica hoy día tiene la responsabilidad de informar, de entregar capacidades para que esas decisiones se tomen de la mejor forma posible.
En la charla, habló de la importancia de que la sociedad entienda el valor de la ciencia, y que sea capaz de comprender cuando se decide, por ejemplo, no construir casas, sino construir un nuevo centro de investigación. ¿Cómo logramos que la sociedad también considere necesaria a la ciencia en ese nivel y que esté dispuesta a pensar en un país con urgencia no inmediatas, sino en el largo plazo?
Hay un tema educacional, hay un tema de calidad de la educación. Hoy priman las consideraciones tecnológicas, las aulas inteligentes, la inteligencia artificial, pero tenemos que hacer una reflexión sobre qué significa una buena educación hoy día. Para mí, significa pensamiento crítico, una capacidad profunda de reflexión, de análisis y son ámbitos de la educación que los tenemos bastante olvidados y los tenemos que abordar.
Lo segundo es que no tengo que convencer a la sociedad, tengo que compartir con la sociedad una cierta forma de ver el mundo, donde todo lo que hacemos tiene que ver con ciencia y tecnología. Que tratemos de tener una visión compartida de cómo la ciencia y la tecnología alimentan cada uno de nuestros mundos y de nuestras vidas en todo lo que hacemos.
Como dice el filósofo chileno Juan Manuel Garrido, “no vivimos, en ningún sentido, al margen del conocimiento”. Y eso hay que compartirlo, hay que compartir esa visión, para que nos demos cuenta de que eso es así y para que podamos combatir también movimientos anticiencia, antivacunas, terraplanistas, movimientos anti-evolución, porque hay formas de ver el mundo, con respecto al conocimiento científico, que son necesarias para la que la sociedad tome ciertas decisiones. Ahí las universidades, los científicos, tenemos el deber de compartir esto porque permite que una sociedad valore el conocimiento y tome decisiones respecto a esa visión.
Finalmente, gran parte de la ciencia actual está basada en la competencia, necesaria para elegir, quizás, los mejores proyectos de investigación que recibirán financiamiento público, pero por otro lado hablaste de la necesidad de colaborar. ¿Cómo se puede fomentar la colaboración cuando, al mismo tiempo, las universidades deben competir por su financiamiento?
El financiamiento de las universidades hoy día está en crisis, sin ninguna duda. Hay elementos que han aportado a esto, entre ellos la gratuidad. Que entremos en una crisis de cómo se financia la educación superior en Chile es un tema muy complejo. A mí me gusta que los fondos sean competitivos, no necesariamente que todos los fondos sean competitivos a nivel individual. Creo que establecer un sistema riguroso de evaluación es necesario. Creo que evaluación de pares es necesario y que la evaluación internacional es deseable, en la mayor cantidad de concursos posibles.
Pero tenemos que diversificar esos concursos hacia temas que no solamente tienen que ver con la producción de conocimiento, sino también hacia subsidios, incentivos que nos permitan transferir el conocimiento hacia áreas de la sociedad que lo necesitan: la educación, los negocios, medio ambiente, vinculación internacional, diplomacia, etcétera.
Entonces, yo creo que es un equilibrio entre un sistema competitivo, que del que soy partidario, pero que también, de alguna manera, permite el desarrollo estructural de las instituciones y no solamente de los individuos. Más que el tema de competitividad, que no me preocupa tanto, me preocupa que tengamos becas a miles de estudiantes versus apoyo a programas a 50 universidades.
Creo que el financiamiento hacia las instituciones es crítico, pensando en programas de formación de postgrado o pensando en apoyo estructural a las universidades.
Lo individual es una mirada que yo cuestionaría y empezaría a transitar hacia un financiamiento, más bien hacia programas, hacia instituciones. El problema es que como las universidades están con una crisis financiera, el riesgo es que esos recursos desaparezcan más en las instituciones que en los individuos y, para eso, hay que establecer buenos mecanismos de control, contratos, convenios de desempeño.